Tal cual quijotes vayamos hoy al rescate de Sancho Panza.
Gobernar la ínsula Barataria no fue tarea sencilla para el legendario personaje de Cervantes. Tal fue la situación que abandonó su cargo de gobernador para volver a ser el de siempre.
Un buen día, convencido y dispuesto a no dejarse convencer, Sancho recapacitaba: “… y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos”.
Que soy olvidadizo, porque no recuerdo este capítulo de mi época de mal estudiante.
“Abrid caminos, señores míos, y dejadme volver a mi antigua libertad. Dejadme que vaya a buscar la vida pasada para que me resucite de esta muerte presente. Yo no nací para ser gobernador ni para defender ínsulas ni ciudades…”
No sólo Alonso Quijano el Bueno merece consideración. No sólo los molinos de viento o la dulce Dulcinea. Su fiel compañero también nos llama la atención.
“Mejor se me entiende a mí de arar y cavar, podar y ensarmentar las viñas, que de dar leyes ni de defender provincias ni reinos… mejor se me está a mí una hoz en la mano que un cetro de gobernador…”.
¿Conocemos venas por las cuales corra la sangre de los Panza?
“Vuesas Mercedes, que queden con Dios y digan al duque mi señor que desnudo nací, desnudo me hallo. Ni pierdo ni gano. Quiero decir que sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo. Bien al revés de cómo suelen salir los gobernadores de otras ínsulas. Y apártense, déjenme ir…”
Bueno sería comentarle a los gobernantes de los pueblos que no sólo es interesante leer Don Quijote, sino practicarlo.
Y si por remota coincidencia encuentras a alguien con el linaje de los Panza dale un abrazo, no lo dudes. Luego dile que va de mi parte.
“Y déjenme pasar, que se me hace tarde”.
Gobernar la ínsula Barataria no fue tarea sencilla para el legendario personaje de Cervantes. Tal fue la situación que abandonó su cargo de gobernador para volver a ser el de siempre.
Un buen día, convencido y dispuesto a no dejarse convencer, Sancho recapacitaba: “… y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosiegos”.
Que soy olvidadizo, porque no recuerdo este capítulo de mi época de mal estudiante.
“Abrid caminos, señores míos, y dejadme volver a mi antigua libertad. Dejadme que vaya a buscar la vida pasada para que me resucite de esta muerte presente. Yo no nací para ser gobernador ni para defender ínsulas ni ciudades…”
No sólo Alonso Quijano el Bueno merece consideración. No sólo los molinos de viento o la dulce Dulcinea. Su fiel compañero también nos llama la atención.
“Mejor se me entiende a mí de arar y cavar, podar y ensarmentar las viñas, que de dar leyes ni de defender provincias ni reinos… mejor se me está a mí una hoz en la mano que un cetro de gobernador…”.
¿Conocemos venas por las cuales corra la sangre de los Panza?
“Vuesas Mercedes, que queden con Dios y digan al duque mi señor que desnudo nací, desnudo me hallo. Ni pierdo ni gano. Quiero decir que sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo. Bien al revés de cómo suelen salir los gobernadores de otras ínsulas. Y apártense, déjenme ir…”
Bueno sería comentarle a los gobernantes de los pueblos que no sólo es interesante leer Don Quijote, sino practicarlo.
Y si por remota coincidencia encuentras a alguien con el linaje de los Panza dale un abrazo, no lo dudes. Luego dile que va de mi parte.
“Y déjenme pasar, que se me hace tarde”.