sábado, 27 de marzo de 2010
CAMILO EN EL IES CALVIÁ
martes, 16 de marzo de 2010
URUGUAY EN LA TV ESPAÑOLA
En la televisión española pocas veces se oye hablar de Uruguay. Ni siquiera la asunción de Mujica fue relevante porque se prefirió dar prioridad a declaraciones de Chávez. Deben ser extraordinarias las informaciones que lleguen para ocupar algunos segundos en los informativos.
No obstante en los últimos días hemos sido protagonistas los uruguayos con programas largos. La cadena nacional Cuatro emitió un programa teniendo como preferencia a Montevideo y Maldonado, mostrando entre otras cosas el Mercado del Puerto, la isla de Lobos, playas solitarias del este, casas de valor millonario, un barrio montevideano, casa de Mujica, casa de Pablo Forlán, Casapueblo, una celebración familiar de gente adinerada, tareas de campo en establecimiento con marcado de ganado.
Está de moda, pues las ideas se copian en exceso, realizar programas de españoles por el mundo. Al caso que le tocó a Uruguay ser protagonista de Andaluces por el mundo. Un amigo andaluz me comentó con entusiasmo sobre este programa que le sirvió para ir comprendiendo la enorme importancia de la emigración española, la unidad murguística entre Andalucía y el Uruguay tomando en cuenta que los carnavales de Cádiz ofrecen conjuntos murgueros y que esa corriente emigratoria también llevó el carnaval al río de
Televisión de Mallorca emitió un largo documental del Uruguay de los 60´ hasta ahora, con pluralidad de opiniones, pero basándose en la vida de Antonio Más Más, el tupamaro nacido en María de
Este protagonismo de los últimos días alcanza para comprender que, más allá de nuestra casi nula aparición en informativos españoles, existe un sentimiento subyacente muy cálido por lo uruguayo.
miércoles, 10 de marzo de 2010
"CARTAS"
martes, 2 de marzo de 2010
"CARTAS" - "Mañana, para todos, el mar" (relato 23)
MAÑANA, PARA TODOS, EL MAR
“Lloro para que no se muera el mar, mi padre el mar, que rompe en las dos playas, en las dos puertas sin bisagra del mundo, con el mismo sabor viejo y amargo de mi llanto. Yo soy el mar”.
Los africanos no le tienen miedo al mar. Dejan su continente buscando la vieja Europa, buscando una vida mejor. Cientos de kilómetros en pequeñas embarcaciones llamadas pateras, o cayucos. De fibra de vidrio, muchas precarias. Sabedores de los peligros, del frío del mar.
Dependiendo del viento demorarán dos o más días, evitando guardias costeras, negociando entre mafias, apretados para darse calor, partiendo en la noche, muchos sin capitán, aprendices de la navegación.
El dinero aparece en situaciones desesperadas. Hay que pagar el viaje, el cayuco de la aventura y la esperanza familiar. Las madres colaboran con dinero, los hermanos, los amigos también. Aún frente al riesgo de no llegar o ser interceptados por las autoridades. Entonces así serán devueltos a sus países para otra vez volver a intentarlo. Cayucos sobran en la orilla africana, se cuentan por miles.
El África colonial reclama, son poseedores de una deuda histórica. Y la pretenden cobrar aun a riesgo de sus vidas. Los cadáveres aparecen flotando en aguas atlánticas o mediterráneas y así entonces el buque “Esperanza del Mar” los recoge. Los llevan a tierra y los entierran entre funcionarios y periodistas, sin familiares, sin amigos del último adiós. Tumbas sin nombre.
La pobreza sigue hincando sus dientes en África. La noticia a diario golpea. Cayucos apresados, denunciados. Hombres, mujeres y aún niños nacidos o por nacer son devueltos a sus países. Hipotermia, debilidad, hambre, cadáveres.
Por ello es que los africanos del mar no quieren ser noticia, prefieren perderse en tierra firme, mezclarse anónimamente.
En otros días, otras tierras bien diferentes recibían embarcaciones, más grandes o casi iguales, con los mismos hombres de mismas necesidades. Se va y se viene, los caminos del hombre y del hambre van y vienen. El mar también ofrece múltiples caminos, muy amplios, también van y vienen. Cualquiera, en cualquier tiempo, ha sido y puede ser el África de hoy.
Porque nunca son iguales las estelas en la mar.
“Cada hombre solo, sí, solo, flotando sobre el mar, sobre el lecho profundo de mi llanto… Si hay una luz que es mía, aquí ha de reflejarse y rielar, en el espejo inmenso de mis lágrimas, en el mar… Mañana, para todos, el mar”.
P/D: la poesía es de León Felipe, un europeo emigrante.