Publicado en Semanario Entrega 2000
Estimado Pepe:
Mercedes, 14 de febrero 1921, fiesta veneciana en Mercedes. Según el diario El Día chaná: “Parece que al fin, los que vivimos en Mercedes, nos hemos dado cuenta de la imponderable belleza de nuestro gran río y que se inicia la era de aprovecharlo, organizando fiestas de una novedad y un encanto únicos. El corso veneciano realizado el sábado por la noche resultó tan soberbio, tan lucido, tan fuera de lo vulgar que ni los más optimistas de los que pugnaron por su realización creyeron jamás en un éxito de tal magnitud. La fiesta fue completa, pues disfrutaron de ella miles y miles de personas: los que tomaron parte en el concurso y los espectadores, desde los numerosos barcos que recorrían la zona demarcada y el inmenso, incontable público que presenció el desarrollo del programa desde el murallón de la Rambla, formando un macizo de gente desde el muelle de los 33 hasta el extremo Este de la Isla del Puerto. Desde antes de las 9, hora señalada para el embarque de los pasajeros, era difícil el acceso al muelle, dada la gran cantidad de público que se había estacionado allí, buscando una posición estratégica. Un poderoso reflector eléctrico, hábilmente manejado por don Antonio Reffino, colocado en el extremo del muelle, envolvía en sus rayos luminosos a las embarcaciones, dándoles un relieve sobre el fondo negro del río, que producía un efecto hermosísimo. Las embarcaciones eran muchísimas, de toda clase y calado. Vapores, paylebots, lanchas automóviles, chalanas, botes, de todo. Las había admirablemente adornadas imitando góndolas de Venecia unas, cisnes otras, otras iluminadas a luz eléctrica, otras con farolillos de papel en una diversidad de tamaño… a las 9.30 cuando el “Inca”, que estaba amarrado en el muelle, embarcó su pasaje (unas 350 personas) y se puso en marcha hacia el sitio determinado por la Comisión en la mitad del río, sonaron conjuntamente todas las bocinas y sirenas de las embarcaciones y el pirotécnico señor Caracciolo, desde el extremo de la isla, atronó el espacio con una formidable salva de bombas…”
Santa Ponsa, 30 de junio 2011, estimado Pepe, acabo de recrearme con unas imágenes del carnaval de Venecia y no sólo me recordó este hecho de 1921 en el río Negro sino de las máscaras, famosas ya, como La Bauta, que cubre todo el rostro, no posee boca y desborda de color dorado. Cubren la parte superior del rostro desde la frente a la nariz y mejillas, estas ocultan la identidad pero permiten a quien la usa hablar, comer o beber con facilidad. Tiende a ser la máscara más usada durante el Carnaval veneciano. Se empleaba en muchas otras ocasiones como medio para ocultar la identidad y estatus social de su propietario. Permitía actuar con más libertad en caso que él o ella deseara interactuar con miembros de distintos estratos sociales y escapar a las convenciones sociales en la vida diaria. También era utilizada con otros propósitos, algunos de ellos criminales, y otros personales, tales como encuentros románticos.
Estimado Pepe, exceptuando lo criminal, es posible que en muchos momentos de nuestra vida necesitemos de carnaval y máscaras para mostrarnos tal cual somos y pensamos.
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