LA CANCIÓN DEL PARIA

"... y siempre voy vagando... y si algún día siente, mi espíritu, apagarse la fe que lo alumbró, sabré morir de angustia, más, sin doblar la frente, sabré matar mi alma... pero arrastrarla no" (O. Fernández Ríos)

martes, 4 de noviembre de 2025

SORIANO, CALABRIA Y SU SANTO DOMINGO


SORIANO, CALABRIA Y SU SANTO DOMINGO

Publicada en Diario "Crónicas" de Mercedes, Soriano, Uruguay, el 4 de noviembre 2025

Apreciado Ricardo, haciendo ruta me desvié de la principal buscando Soriano, Vibo Valentia, Calabria, la Italia del sur. Soriano es un bonito pueblo, con su calle principal que muestra el corazón del mismo, que nos lleva al Ayuntamiento y claro, a la iglesia de Santo Domingo.
Intento hacerme entender con un par de abuelos italianos que, sentados en la vereda, disfrutaban del cálido sol, viendo algo más allá las mesas de algún bar y unos parroquianos jugando a las cartas. Les pregunté sobre la iglesia de Santo Domingo, para confirmar. Hablamos que yo también era de Soriano y me entendieron. Es más, uno de ellos me dijo que él sabía del Soriano uruguayo y me mandaron subir unos escalones, que la iglesia era esa sí, tan cerquita.
Una voz de mujer sonaba clara y las otras personas sentadas espaciosamente en la iglesia respondían a coro. Comandando la situación, presidiendo la iglesia, mirando a sus fieles, estaba Santo Domingo, el mismo de siempre, la imagen natural eterna de ese Domenico que dio nombre en el Soriano uruguayo al pueblo indio primero del país.
Anduve con curiosidad viendo las paredes de la iglesia, edificio muy bello, grande y que desprendió una energía que sentí. Las fieles, porque eran todas mujeres, seguían con su prédica en coro solemne y dejé escrito un mensaje en el libro de visitas de la iglesia.
Volví mis pasos al viejo edificio del Ayuntamiento que, tras unas rejas, te ofrece la imagen de Sorianello, más arriba, altivamente. Una de esas imágenes que son fotos obligadas de un paseante. Una de esas postales que siempre vi en mi casa y que ilustran alguna página del libro de mi padre, el de “los indios mansos” y ahora la estaba viendo en persona. Vivía intensamente el momento.
Confirmo que heredé la emocionalidad que vino en segunda o tercera clase de los barcos. Siempre fue uno de mis propósitos visitar Soriano, el pequeño pueblo origen de mi gentilicio, nada menos. El nombre a nuestra patria chica.
“Al amanecer venceré”, asegura el aria. Atravesé Calabria de ida y vuelta porque mi deseo era cruzar a Sicilia. Te digo que vi una Calabria con buenas rutas, paisajes hermosos, campos bien cuidados, buena señalización, muchos túneles para atravesar montaña y a veces, mientras pasaba por uno de ellos veía una ventana al sol, salida del túnel, que te sorprendía con un paisaje de mar y verde que sólo puedes vivirlo, intenta imaginar, yo no sé cómo contártelo. Como si sonara el pedido en Turandot para la victoria del amor. Un momento vale la pena todo un viaje.
Después te sigo contando, para que Nadie Duerma, que sigue sonando en esa visión eterna de ventana al mar y sol. ¿Qué hiciste Giácomo? Abrazos Ricardo.



                                             


 

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