"Parecían ellos, los nobles queridos, encerrados en sí mismos, encerrados en combate, en rejas y libres, ante todo libres y combatientes, herederos de la muerte y la vida. Parecían ellos hechos monumento, hechos gigantes, en pleitesía a la lucha.
Coliseo - Roma, Italia |
Parecían estar dentro escenificando su vida, que era la lucha, el coraje, la nobleza determinante. Quise entrar para cerciorarme y comprobar que por allí vagaban, cual academia formadora, de mirada buena entre rejas y escapando, desafiando y muriendo, guerreando. Caminé en su círculo interior, imaginando, peleando, desafiando al emperador y al patricio porque mis nobles queridos no sólo estaban en la tribuna, también estaban en los laberintos de miedo del fondo del piso, en los agujeros hechos cárceles, en la plebe implacable, en las horas pálidas de un preso y en la lucha, en la arena, la verdad. Pues sí, eran ellos, allí estaban. Eternos en la arena y en las rejas, en los caminos y en el desafío, en la libertad. Eran gladiadores como aquellos, alimentados de rebeldía, enfrentados a leones hambrientos, sin temor, con amor, con sueños.
Ciertamente mis nobles queridos no tienen un lugar especial, pero están en todos ellos. No tienen un sitio magnífico y grandilocuente ni en el mármol, la piedra, el ladrillo o la fuente. Pero están en todos ellos. Su heredad está en todos los sitios. Inmanentes. Lenitivos. Aún en el andurrial, en la epifanía. Porque son el arte, el amor, la perfección, la inteligencia, el desafío, la rebeldía y la creencia que todos los sueños son posibles.
Azacanes, en su resiliencia. (Parte del relato "Gente Noble" del libro "Gente Noble" 2012 de Federico Marotta)
Coliseo romano |
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