LA CANCIÓN DEL PARIA

"... y siempre voy vagando... y si algún día siente, mi espíritu, apagarse la fe que lo alumbró, sabré morir de angustia, más, sin doblar la frente, sabré matar mi alma... pero arrastrarla no" (O. Fernández Ríos)

lunes, 22 de abril de 2019

POCHILA


Pochila está loco. Dicen que hay que medicarlo. Que saben ellos.

Marzo 1997. Ese día fue diferente. Te marca.

Ramón solía entrar periódicamente en estados depresivos, se encerraba en su casa y no se comunicaba, no salía, no se le veía por ningún lado, desaparecía. Se apagaban su risa, su memoria prodigiosa, su recitado y hasta su solidaridad. Si lo visitabas no te respondía siquiera el saludo, sólo fumaba y tomaba mate. Sentado. Indiferente. En su mundo indescifrable. Serio, inmutable.

Marzo 1997. Los trabajadores papeleros decidieron manifestarse y salir a la calle para comenzar una marcha hacia Montevideo. Ramón estaba en estado depresivo. Hacía días no lo veíamos.

La marcha salió por la calle del fundador y giraba en la avenida Lavalleja rumbo a la ruta. Era multitudinaria, llena de emociones y banderas, aplausos y donativos, desafíos. Entonces pasó frente a mi el ómnibus sindical. Su misión era la de transportar gente para acompañar.

Marzo 1997. Ramón estaba en estado depresivo. Ramón iba en el bus sindical. Sentado, solo, sobre la ventanilla, sin mirar para afuera, serio, con el termo, con el mate, con los cigarros, con su depresión, con su locura.

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