LA CANCIÓN DEL PARIA

"... y siempre voy vagando... y si algún día siente, mi espíritu, apagarse la fe que lo alumbró, sabré morir de angustia, más, sin doblar la frente, sabré matar mi alma... pero arrastrarla no" (O. Fernández Ríos)

miércoles, 30 de noviembre de 2016

UNA MUJER, una hija

No pude verte la primera vez, ojitos cerrados, horas de alegría, ternura. ¡Anunciarte!
Me ha faltado ver bracitos estirados pidiendo otros brazos. Cabecita en mi hombro, calidez, tranquilidad, deditos.
Me han faltado juguetes, cochecito de bebé, un paseo.
No vi tus primeros pasos, el primer papá.

Me ha faltado tomarte de la mano, un parque, hamacas, rodar en el pasto, otros niños, correr, volver a mis brazos.
Me ha faltado la salida del colegio, un dulce en mis manos, tu mano, volver alegres a casa.
No pude retarte o aconsejarte y volver a la dulzura del rápido perdón.
Me ha faltado la foto del colegio, primer día. De la playa, de cumpleaños. Tus muñecas. Escribir en la pared. Un dibujo de familia, una casa.

No me has dicho feliz cumpleaños. Yo tampoco. No me has despertado con el regalo de mamá. Dormir entre los dos.
No has vuelto rodillas sucias, ni llorando. No has venido feliz por las notas del colegio.

No has llegado tarde una noche de sábado. No has abierto la puerta lentamente. No abrí los ojos sabiendo que llegabas.
Me han faltado tus años, quince, vestido blanco, fiesta inocente. Amigos, bailes, tu risa, soplos de cumpleaños.
No pude ponerme serio, primeros pretendientes, disimular alegría. Cuidar tu inocencia.
Me ha faltado golpear a tu cuarto, sentarme en tu cama, caricias en el pelo, consuelo por un desamor. Vales, pronto sonreirás por otro amor.
No has escondido cartas.

No te has dormido en mis brazos, cansada. No me has hecho enojar, preguntas incómodas y tampoco te he gritado ¡entra a la casa! hace mucho frío fuera, se congela el alma.

No te vi en los brazos de una madre por una confesión. Ni en el regazo, ni en su pecho.
Me ha faltado tu rebeldía, desobediencia, lo sabías todo. Me ha faltado tu poder, eternidad. El día que querías irte de casa.
No escuché tu risa. Planes, sueños locos, tu bohemia, jeans gastados y rotos, tu pelo suelto. Música ruidosa. Todo me ha faltado.

Darte de la mano. Sí, quiero. Un baile, tal vez un vals, luna de miel.

Me han faltado nueve meses. Cuídate, no te esfuerces.

Me faltas. Reina tu ausencia.
No me has cuidado.

No he temblado de miedo por ti.

Siempre me faltará tu abrazo, y decirte que te quiero.

Hasta nombre tenías.
Me has hecho falta.

Publicado en el libro "Gente Noble", Editorial Entrega 2000, año 2012.

jueves, 24 de noviembre de 2016

ASÍ ERES

Te soñé de ojos tiernos, cubriendo tus piernas con jeans gastados, rebelde, elegantemente informal. Anárquica y dulce, según tus momentos. Te soñé mujer solidaria, de pelo libre y lacio, sencilla, de risa sincera. Compañera.
Te soñé libre y desafiante, con ideas propias, naturalmente. Abrazadora y cómplice, líder sin proponértelo, como un ejemplo. Escéptica e intransigente. Dueña de tus actos, de sus consecuencias. Filibustera.
Te soñé dulce. Protegida en brazos que te amen, romántica y fiel. Alegre, divertida, espontánea, contagiosa. Te soñé en mí, más no mía.
Te soñé sin joyas, sin anillos ni relojes. Dueña de tu tiempo. Conversadora, cobijada en abrigos que no mencionan a nada ni a nadie. Amiga de tu gente. Honesta.
Soñé que rogaban tu presencia y me dejabas sin explicaciones. Soñé que caminabas seguro, agitabas una bandera, que coreabas una idea, sólo querías paz.
Te soñé cercana, que me hacías reír, leías mi mirada, que me conocías por un gesto, entendías mi silencio, mis pasos que vienen de lejos y por cómo te abrazo. Cuidadora. Inteligente, ingeniosa, insinuante.
Te soñé dueña de tu destino. Positiva, enérgica, alborotadora tal vez. Confiabas en ti. Te vi caminando, gritando, jugando, cantando. Te vi dar un abrazo necesario, un beso de comprensión, una presencia espiritual. Te vi cuando tenías que estar, compartiendo. Noble. Auténtica.
Te soñé ardiente, cautivante, aventurera, soñadora. Lograbas las utopías. Luchadora. Te vi inflexible en tus colores de amor. Te vi bailando, girando en tu mística presencia, en tu carisma. Verdadera, ingenua a veces, de tan solidaria. Libertaria.
Te soñé escondida en tus propios brazos, lagrimeando y triste, con un reclamo de protección y un abrazo, sin pedirlo. Sentí que volvías a ser niña, más niña aún. Te escuché pedir perdón o respaldar tu verdad hasta el infinito. Naturalmente.
Te escuché gritar, sentir tus enojos, pedir soledades, mirar de reojo. Algo oculta en tu hermosa boina negra. Te conozco por un gesto, sé tus debilidades y tus miedos. Naturalmente.
Te soñé mujer. Libre. A tu manera de ser. Fiel a lo que piensas. Te soñé buena, natural, de mirada tierna, rebelde siempre y dueña de tu destino, preparando un momento compartido. Te soñé conmigo, más bien debo decir junto a mí, sin ser ni dueño ni hombre ni esposo ni invasivo ni que lo invadan, nadie más que alguien que está enamorado de caminar junto a ti. De la mano. Compartiendo. Naturalmente.
Porque para mí eres bella, más no sé si lo eres. Eres mi sueño, más no sé si lo eres. Compañera, con eso basta.

Publicado en el libro "Gente Noble", Editorial Entrega 2000 (2012)

martes, 22 de noviembre de 2016

UTOPÍAS O EL LUGAR QUE NO EXISTE

Sueño con lograr las utopías un día de sol y brisa leve 
que haga bailar el pelo de la mujer que amo.

Dicen que será difícil, lo aseguran así para darme un mínimo crédito y mantener viva la ilusión ante la muerte que segura viene. Una risa sarcástica me ofende y los racionales que miran sin mirar, con la poca importancia que se da a los incrédulos, con algo de misericordia también. Son los realistas sin rey, majestades de la realidad que danza y gira sin parar y convence y vence a veces.
Otros juzgan en la frialdad de un invierno continuo, parecen no importar los sentimientos, sólo vale la razón, lo razonable, el manual de las costumbres de la moralidad. ¡Qué me importa!

Yo también tengo un sueño, al igual que grandes luchadores, como millones de anónimos y tontos de mirada buena. Puedo soñar, debo hacerlo. Voy caminando hacia las utopías y soy feliz en la alegría y en la melancolía, que conduce también al sueño. Y lograré ese momento otra vez, buscando un escalón más alto, igual más alto, más difícil y empinado, para que me haga mejor. Casi toco el horizonte que ni siquiera es el lugar que busco porque lo que busco está definido como que no existe.

Miro la sonrisa igual, la mirada mía en los ojos que miro de la mujer de pelo suelto que también camina hacia las utopías, doliendo de amar y vencedora de sí misma ante cada minuto de vida. Es mío el horizonte, llego a él un día de brisa y pleno sol, rozando el pelo de la mujer que quiero, vencido o vencedor, siempre de pie, con más horizonte en mis ojos altivos, buenos y desafiantes. Evado a los realistas y tomo la mano de un amor, que es el mío, absurdo, inconducente y loco, tierno, frágil y peligroso. Es también mi utopía, horizonte y brisa. El lugar existe.

Loco amor la utopía, que tiene nombre de mujer cautivadora. Sinuosa mujer de caricias dulces, abismo irracional, con cientos de horizontes en su cuerpo que se dibujan, moldeándose en la sensualidad de piernas de mujer, el horizonte que logro acariciar.
Es mi sueño, cuidado el que me prive de liberar todo mi pensamiento en todos los pensamientos posibles. Lo conseguiré una vez más, ya lo he conseguido también antes cuando el horizonte quedó atrás y encontré uno nuevo, de brisa nueva que sigue haciendo bailar el pelo de la mujer que amo. El lugar existe, hay brisa.

Alguna vez quisieron vencerme. Me han dicho que la utopía es utopía, nada más.
Por cierto, les di la razón y me di la vuelta a la salida del sol. Entonces volví a soñar a todas horas del día y la noche, tras la ventana, viendo la nieve y el sol, con una copa de vino en la mano, feliz de haber logrado algo la utopía, con ese pelo tan lejos en brisa de aguas dulces, junto al mar mío de sal.
Es una utopía olvidarte.

Publicado en el libro "Gente Noble" - Editorial Entrega 2000. Año 2012

martes, 15 de noviembre de 2016

MI LUGAR EN EL MUNDO

Quiero quedarme a vivir en tu sonrisa, en tu mirada tierna y buena de todas las mañanas, en el abrazo y en tu cuerpo cálido.

Salí a buscar mi lugar en el mundo. Debía estar en otros mares de mejores playas, vientos y sabores diferentes, con ardiente sol de verano y fina arena húmeda que a veces deja huella. Parecía ser mi huella.




Otras veces lo creí encontrar en un valle perdido entre montañas perdidas en las nubes. Solitario, ajeno a todo, indiferente al mundo, fiel al silencio. Era el canto de los pájaros y la mirada paciente de una anciana. El verde diferente y la sensación de paz.




Más tarde pensé encontrar mi lugar en el mundo en el encanto de la ciudad, playas caídas del cielo rodeándola, noches de luz y encanto multicolor. Todos reían, bailaban, cantaban. Un abrazo entre desconocidos.




Tal vez era el silencio en un sitio donde mirar el horizonte era eso, mirar el horizonte. Nada se interponía, todo era verde encanto, limitado en el azul claro cielo, todo quietud, soledad compartida, donde dos viejitos podrían darse la mano durante horas sin hablar.




Podría ser el río, una casa con olor dulce del agua, tal cual manantial de elixir, para navegar en ella imaginando descubrir más paraísos.




Podrían ser los mares del sur, los hielos del norte, los vientos de cualquier lado, las playas mediterráneas o el sabor de un Caribe. Todo podría ser mi lugar en el mundo. O cualquier sitio que transmite libertad.




Podría ser la soledad de un camino, la risa de un niño de barrio pobre, la delicada complicidad de un pudiente, la alegría de un pueblo o podría ser una casa amiga, un viaje inesperado, un cielo de otro color, otra luna, estrellas verdes, noches blancas, mares rojos.




Hay un lugar en el mundo para todos. Desafío de encontrarlo, de disfrutarlo. Un lugar ideal con clima ideal, los olores más intensos y las flores más soñadas. Con el viento más acariciador o donde la lluvia suena más romántica todavía.




Todos podrían ser mi lugar en el mundo.




Y yo anduve por ahí, perdido en los años de la edad, en ese lugar de bienestar perfecto, felicidad y armonía con la naturaleza o con los otros que la habitan. Podría ser tierra roja, corriente fría, frío seco, hogar de leña encendida, una comida caliente, un vaso de vino.




Lo seguí buscando, perdido en ardientes carreteras, en grises aviones y hasta en barcos altivos. Caminando, en motor y con los lentes de un prismático. Lo busqué en las tribunas de un estadio, en la mesa de un bar, en el ruido de un concierto y en la soledad de la playa rocosa, escuchando el mar, sin entender su idioma insinuante. Pensé que estaba en el retorno, o en el reencuentro, en un lugar de trabajo o en una cita inesperada.




No era claro mi lugar en el mundo.




Pero un día brilló tenuemente perdido en tu sonrisa, cobijado en tu mirada buena y latente en tus manos suaves.

Un día lo descubrí en la calidez de tu cuerpo, en tu actitud valiente pero suave y en las palabras de tus ojos que me miran.
Mi lugar en el mundo está en tu pelo, en los brazos que abrazan, en la paz que me das y en tu sonrisa.

Relato publicado en el libro "Gente Noble", Editorial Entrega 2000 - año 2012