LA CANCIÓN DEL PARIA

"... y siempre voy vagando... y si algún día siente, mi espíritu, apagarse la fe que lo alumbró, sabré morir de angustia, más, sin doblar la frente, sabré matar mi alma... pero arrastrarla no" (O. Fernández Ríos)

viernes, 13 de noviembre de 2009

ESTOS SON MIS PRINCIPIOS. SI NO LE GUSTAN, TENGO OTROS

Lo que pensaba escribir, por cuestiones de vida vaga, simplemente lo transcribo. Así entonces se me ha hecho fácil dirigir la presente, bastó sólo ser lector.
"En la cumbre de la cultura griega, cuando las escuelas de filosofía competían entre si para explicar qué es el ser y cuál es el supremo bien, cuando la democracia florecía como nunca antes había ocurrido en la humanidad, un gran sabio comenzó a dar la siguiente recomendación para ganar los pleitos judiciales: "lo conveniente era hacer los discursos sin tocar la verdad", en cambio cuanto más se alejara el discurso de la verdad el éxito sería seguro. Esto se siguió enseñando varios siglos, la razón era sencilla, simplemente sabían que las decisiones se toman por emociones y no siempre por razones".
Sigo leyendo el trabajo de Juan Ureta Guerra: "los retóricos sabían que muchas decisiones se toman de manera emotiva y a veces tener las premisas correctas y la perfecta conclusión no servía de nada. En ese contexto, la técnica que propone Gorgias no consiste en mentir sino en dirigirse a las emociones para buscar piedad, odio a la parte contraria, duda, según convenga".
Gorgias de Leontinos, hace tantísimos años, legó a la humanidad el "Elogio de Helena", con el cual, mediante la sugestión de la palabra, pretendía demostrar que era posible defender a la mujer acusada: "... y ahora voy a pasar a otro argumento. Las sugestiones inspiradas mediante la palabra producen el placer y apartan el dolor. La fuerza de la sugestión adueñándose de la opinión del alma, la domina, la convence y la transforma como por una fascinación. Dos artes de fascinación y de encantamiento han sido creadas, las cuales sirven de extravío al alma y de engaño a la opinión. Y ¡cuántos han engañado y engañan a cuántos y en cuántas cosas con la exposición hábil de un razonamiento erróneo! Si todos los hombres tuvieran completo recuerdo del pasado, conocimiento del presente y previsión del futuro, ese razonamiento no podría engañarlos del modo como lo hace. Pero es imposible recordar el pasado, conocer el presente y predecir el futuro. Y por ello la mayor parte de los hombres y en la mayor parte de las cuestiones toman la opinión como consejera del alma. Pero la opinión, siendo incierta e inconsistente, arroja a los que se sirven de ella en infortunios inconsistentes e inciertos..."
Finalizo con Groucho Marx: "...estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros".

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